Toyota City, Japón, 12 de agosto de 2025 — Toyota Motor Corporation anunció la adquisición de terrenos en la zona de Teihoucho, en Toyota City, prefectura de Aichi, para construir una nueva planta de manufactura de vehículos en Japón. La instalación, cuyo arranque de operaciones está previsto para inicios de la década de 2030, aún no tiene definidos los modelos que producirá.
El proyecto se desarrollará en colaboración con las autoridades de Aichi, el gobierno municipal de Toyota City y las comunidades locales, como parte de la filosofía de la empresa de ser "la mejor compañía en cada ciudad donde opera".
Además de mantener una capacidad instalada de 3 millones de vehículos anuales en el país, Toyota busca que esta nueva planta represente un modelo de manufactura del futuro, caracterizada por el uso de tecnologías de última generación, automatización inteligente, y condiciones que fomenten un entorno laboral diverso e inclusivo.
Inversión estratégica pese a entorno adverso
El anuncio ocurre en un contexto retador para la automotriz japonesa, que enfrenta nuevos aranceles en su principal mercado de exportación: Estados Unidos. La administración de Donald Trump fijó recientemente una tarifa del 15% para los vehículos y autopartes importados desde Japón —una reducción frente al 27.5% previamente vigente, pero que elimina el acceso libre de aranceles que Toyota y otras firmas japonesas habían gozado bajo acuerdos anteriores.
Toyota informó el día previo un ajuste a la baja en su pronóstico de utilidades anuales, anticipando un impacto de hasta ¥1.4 billones de yenes (aproximadamente $9.5 mil millones de dólares) como consecuencia directa de los nuevos aranceles. La cifra supera el impacto proyectado para General Motors ($5 mil millones) y Ford ($3 mil millones), reflejando el peso de la exportación en el modelo de negocio de la marca nipona.
A pesar de este escenario, la compañía aseguró que continuará con inversiones estratégicas tanto en Japón como en otras regiones. En su reporte financiero más reciente, Toyota subrayó que ha logrado minimizar los efectos negativos gracias a una combinación de mayores volúmenes de ventas, reducción de costos, y expansión de beneficios en la cadena de valor.
"A pesar del entorno externo desafiante, hemos mantenido inversiones comprensivas y mejoras continuas", indicó la firma en su comunicado de resultados.
Nueva planta: símbolo de resiliencia y modernización
La futura planta en Aichi no sólo reafirma el compromiso de Toyota con la manufactura doméstica, sino que también se enmarca dentro de una tendencia global hacia la modernización de procesos. El objetivo es desarrollar un sitio que represente lo más avanzado en manufactura automotriz, aprovechando inteligencia artificial, automatización, manufactura modular y sistemas energéticos sostenibles.
El proyecto será un complemento clave para equilibrar el mapa de producción global de Toyota, que incluye importantes centros en Estados Unidos, Canadá y México. Aunque el nuevo acuerdo arancelario entre EE.UU. y Japón ofrece mejores condiciones que las impuestas a países como México o Canadá (donde los aranceles para autos son de 25%), la firma parece decidida a mantener una base sólida de producción en su país de origen.
Lectura estratégica para México y Norteamérica
Aunque esta nueva planta se construirá en Japón, el anuncio debe leerse como parte de una reconfiguración mayor en las estrategias de manufactura de las OEM japonesas. Toyota —al igual que otras como Nissan, Honda y Mazda— mantiene operaciones importantes en México, donde aprovecha el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para exportar con aranceles preferenciales bajo el contenido regional de 75%.
Sin embargo, el nuevo acuerdo bilateral entre EE.UU. y Japón puede inclinar la balanza hacia una mayor repatriación de producción o incluso un redireccionamiento logístico hacia el Pacífico, afectando la participación de sitios como México en ciertos modelos o segmentos estratégicos. La definición de los vehículos que se producirán en la planta japonesa y su destino final será clave para evaluar impactos concretos en la cadena de suministro norteamericana.