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Cluster Industrial - El juego de los aranceles: cuando el acero y el aluminio pagan la cuenta de otras batallas

El juego de los aranceles: cuando el acero y el aluminio pagan la cuenta de otras batallas

Escrito por Cluster Industrial

Artículos especiales 13/02/2025 13:44

Los aranceles de EE.UU. al acero y aluminio impactan a la industria automotriz de Norteamérica. México responde, pero ¿es suficiente? Analizamos la postura de CANACERO, Ford y la inversión de ArcelorMittal.

CDMX, a 13 de febrero de 2025.- Una vez más, el comercio internacional se convierte en un tablero de ajedrez donde las reglas cambian según la estrategia del momento. Esta semana, la industria manufacturera de norteamericana despertó con una noticia poco alentadora: un arancel del 25% al acero y aluminio importados a Estados Unidos, cortesía del presidente Donald Trump, quien—en su estilo característico—ha vuelto a utilizar los impuestos como un mazo de negociación, golpeando con fuerza la cadena de suministro.

Los efectos de esta medida no han tardado en sentirse. En la industria automotriz, donde cada centavo y cada tornillo importan, las alarmas se encendieron de inmediato. Jim Farley, CEO de Ford, no tardó en pronunciarse, advirtiendo que los aranceles prolongados “borrarían miles de millones en ganancias del sector automotriz”. General Motors y Stellantis han sido más cautelosos en sus declaraciones, pero dentro de sus oficinas se respira la misma preocupación: este impuesto encarece la producción, afecta la competitividad y, en última instancia, podría reflejarse en los precios finales de los vehículos, orillando a sus consumidores a elegir modelos más competitivos de marcas extranjeras como Toyota o Hyundai, de acuerdo con la opinión de diversos analistas estadounidenses del mercado automotriz.

 

Aranceles que van más allá del comercio

 

Pero aquí viene la parte interesante. Porque si bien esta medida es un golpe económico, no podemos ignorar que la Casa Blanca no juega solamente al comercio: juega a la política. Los aranceles, aunque vestidos con el traje de “protección económica”, son solo otro as bajo la manga para usarse como chantaje en otras negociaciones más urgentes para Washington.

Migración, combate al narcotráfico y control de drogas son los frentes que han estado en la mesa de discusión entre Estados Unidos y México desde el inicio de la campaña presidencial de Trump. Curiosamente, cada vez que la política estadounidense quiere presionar en estos temas, el comercio sufre un “pequeño ajuste”. ¿Coincidencia? Difícilmente. Este arancel podría ser la pieza de presión necesaria para forzar concesiones en materia migratoria o en el combate a los cárteles que llevan el fentanilo a los Estados Unidos, un problema que la administración norteamericana ha convertido en prioridad.

 

México responde, pero… ¿con qué fuerza?

 

El gobierno mexicano no se quedó de brazos cruzados. La Secretaría de Economía ha solicitado consultas con EE. UU. bajo el marco del T-MEC, un proceso que, en teoría, podría llevar a una revisión de la medida. El mismo secretario, Marcelo Ebrard, pidió a Trump que “no se diera un balazo en el pie” con la medida que finalmente impactará a los consumidores estadounidenses.

Pero aquí es donde las cosas se complican. Si bien el acuerdo comercial establece mecanismos para resolver disputas, la historia ha demostrado que los intereses políticos suelen pesar más que las reglas escritas en los tratados. El caso del maíz transgénico y las restricciones a las importaciones de autos eléctricos hechos en China son ejemplos recientes de lo difícil que es hacer que Washington ceda en estos temas.

La Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (CANACERO) rechazó enérgicamente la imposición del arancel del 25% a las exportaciones de acero mexicano por parte de Estados Unidos, calificándola como una medida unilateral e injustificada que pone en riesgo la competitividad y la integración de la industria siderúrgica de América del Norte. La organización enfatiza que existe un superávit comercial de 2.3 millones de toneladas a favor de EE. UU., por lo que no hay fundamento económico para la decisión. CANACERO respalda los esfuerzos del Gobierno de México para negociar una exclusión de esta medida y, en caso de no lograrlo, exige represalias comerciales sobre productos siderúrgicos estadounidenses para proteger la industria nacional, sus empleos y las inversiones en el país.

 

Panorama de México en el comercio de acero y aluminio a EE.UU.

             Tercer mayor exportador de acero a EE.UU., después de Canadá y Brasil.

             En 2024, México representó el 12.3% de las importaciones de acero a Estados Unidos, un total de 3.19 millones de toneladas.

             En 2023, el valor de las exportaciones de acero de México a EE.UU. fue de 8,196 MDD.

             En el sector del aluminio, México fue el segundo proveedor más importante para EE.UU., solo detrás de Canadá.

             En 2024, México exportó más de 2,000 millones de dólares en productos de aluminio a EE.UU.

 

Fuentes: International Trade Administration (ITA), Secretaría de Economía de México, Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero), Cámara Nacional de la Industria del Aluminio (Canalum), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), American Iron and Steel Institute (AISI).

 

¿Y la industria automotriz? Un blanco colateral

 

Más allá de la gran estrategia geopolítica, la realidad es que estos aranceles golpean donde más duele: en los costos de manufactura. Si los fabricantes de autos en EE. UU. tienen que pagar más por el acero y el aluminio, o si México sufre retrasos en sus exportaciones por las trabas comerciales, los precios de los vehículos subirán. Y eso no le conviene ni a las empresas ni a los consumidores.

De acuerdo con un análisis de Automotive Logistics, los costos adicionales podrían obligar a los fabricantes a buscar soluciones extremas, como cambios en la cadena de suministro, diversificación de proveedores o, en el peor de los casos, despidos en las plantas más afectadas. Un sector que venía recuperándose de la pandemia y la crisis de semiconductores ahora tiene que lidiar con un nuevo obstáculo en el camino.

En medio de las tensiones comerciales y los aranceles que afectan al sector, ArcelorMittal ha anunciado una inversión de 900 millones de dólares para construir una planta avanzada de fabricación de acero en Calvert, Alabama. Esta instalación, programada para iniciar operaciones en la segunda mitad de 2027, tendrá la capacidad de producir hasta 150 mil toneladas anuales de acero eléctrico no orientado de alta calidad (NOES), esencial para la fabricación de vehículos de mayor tamaño, como camionetas y SUVs. Esta inversión busca satisfacer la creciente demanda de NOES en Estados Unidos, donde las fuentes nacionales son limitadas, lo que anticipa un mercado favorable para este producto. Sin embargo, la industria automotriz estadounidense enfrenta incertidumbres debido a posibles cambios en las políticas automotrices, como la eliminación de créditos fiscales para vehículos eléctricos y la imposición de impuestos extras para consumidores de EV’s, propuestas por la administración Trump.

 

El acero y el aluminio pagan la cuenta

 

Al final del día, estos aranceles no son solo un impuesto al comercio; son una herramienta política disfrazada de proteccionismo económico. La industria automotriz y manufacturera en Norteamérica se convierten en el daño colateral de una partida de ajedrez donde los jugadores tienen objetivos mucho más amplios que la simple competitividad comercial.

Si algo nos ha enseñado la historia es que cuando Washington impone aranceles, la verdadera negociación apenas comienza. La pregunta es: ¿qué pedirá EE. UU. A cambio de levantarlos? Y más importante aún, ¿qué tan caro le saldrá a México esa negociación?

El acero y el aluminio ya están pagando la cuenta. Falta ver cuánto más agregará la Casa Blanca a la factura.

 

Investigación, análisis y redacción: Adrián Martínez, Líder de Contenidos en Cluster Industrial.

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