Lizette Gracida destacó el compromiso de Toyota con su Toyota Environmental Challenge 2050, un ambicioso plan ambiental alineado con los ODS. Este programa incluye seis pilares fundamentales, entre ellos la reducción de emisiones de CO2 en toda la cadena de valor, desde la fabricación hasta el reciclaje de los vehículos. “Nuestro enfoque no se limita a los automóviles, sino que abarca todo su ciclo de vida. Desde la reducción de emisiones en las plantas hasta estrategias de reutilización de componentes como baterías, buscamos un impacto positivo que trascienda generaciones”, afirmó.
Por su parte, Iván Báez compartió las iniciativas de Harman para optimizar procesos y reducir desperdicios en sus operaciones. El ejecutivo subrayó que una de las estrategias clave es la reubicación de proveedores para reducir las emisiones asociadas al transporte de materiales. “Trabajamos constantemente para identificar mejoras en nuestra cadena de suministro, desde cambiar empaques hasta optimizar el uso de componentes electrónicos. Por ejemplo, eliminamos empaques innecesarios en ciertos productos, lo que no solo reduce desperdicios, sino que mejora la eficiencia general”, comentó.
David Pineda abordó el rol de la innovación tecnológica en la sostenibilidad. Desde el centro de investigación y desarrollo de Continental en Querétaro, la empresa trabaja en soluciones avanzadas para la movilidad sostenible, especialmente en tecnologías para vehículos autónomos y semiautónomos. “Nuestra labor no se limita a cumplir con normativas ambientales; también buscamos influir proactivamente en nuestros clientes para que adopten prácticas más sostenibles. Esto incluye ofrecer materiales y procesos más limpios que puedan integrarse a sus diseños”, explicó Pineda. Según el directivo, esta perspectiva no solo impulsa la eficiencia, sino que transforma la relación entre fabricantes y proveedores en una colaboración más cercana hacia la sostenibilidad.
Un tema recurrente en el panel fue la importancia de incorporar energías limpias en las operaciones industriales. Los tres panelistas coincidieron en que el acceso a fuentes renovables de energía es un factor crucial para alcanzar los objetivos de descarbonización. Sin embargo, también señalaron desafíos relacionados con las limitaciones regulatorias y de infraestructura que dificultan una adopción más amplia de estas tecnologías.
Otro aspecto destacado fue el cambio cultural necesario para impulsar la sostenibilidad, tanto dentro de las empresas como en la sociedad. Pineda reflexionó sobre cómo pequeñas acciones, como la eliminación de plásticos de un solo uso en oficinas y plantas, pueden tener un impacto significativo cuando se adoptan de manera sistemática. “El cambio climático no es solo un problema técnico; es un desafío cultural. La educación y la concientización son fundamentales para que cada empleado, cliente y proveedor se convierta en un agente de cambio”, afirmó.
Hacia el cierre del panel, los participantes reflexionaron sobre los avances logrados y los retos pendientes en la industria automotriz en materia ambiental. Aunque reconocieron que aún queda mucho por hacer para alcanzar las metas globales de sostenibilidad, expresaron optimismo respecto a las iniciativas colaborativas y los cambios en la mentalidad corporativa. “La sostenibilidad no es una opción, es una necesidad. Cada paso que damos, desde rediseñar procesos hasta educar a nuestras comunidades, nos acerca más a un futuro limpio y responsable”, concluyó Lizette Gracida.
Este panel evidenció cómo la industria automotriz está reconfigurando sus estrategias de negocio para responder a las exigencias medioambientales. Desde la implementación de tecnología limpia hasta la adopción de procesos más eficientes, las empresas no solo buscan adaptarse, sino liderar la transformación hacia una movilidad sostenible.