En México, el consumo de plástico en 2022 alcanzó los 5.9 millones de toneladas, mientras que la producción local fue de 3.8 millones. El país genera aproximadamente 5.7 millones de toneladas de residuos plásticos anuales, equivalentes a 203,000 vagones de metro. En 2023, el intercambio comercial de plásticos y sus manufacturas en México totalizó 42,312 millones de dólares. Además, México alcanzó una capacidad récord de reciclaje de botellas de PET, con un 63%, colocándose como el tercer mayor reciclador del mundo, solo por debajo de China y Alemania.
El sector plástico en México se distribuye principalmente en cinco regiones: el norte alberga 670 empresas (16%), el Bajío y Jalisco concentran 990 (24%), el centro del país cuenta con 2,150 (53%), mientras que el Golfo tiene 100 (2%) y el sur del país 190 (5%). Los principales mercados que atiende el sector son los envases (40%), el consumo (20%), la construcción (14%), la industria automotriz (11%), la electrónica (10%), la agricultura (3%) y otros sectores (2%).
El plástico sigue siendo un material indispensable gracias a su bajo costo, versatilidad, durabilidad y resistencia. Sectores clave como empaques, construcción y transporte, que dependen del plástico, continúan en crecimiento. Sin embargo, hay una clara diferencia en la vida útil del material según su aplicación: mientras que en la maquinaria industrial puede durar hasta 20 años y en la construcción hasta 35, los productos de empaque suelen tener una vida útil menor a un año, generando alrededor de 1,800 toneladas de residuos anuales.
Laura Flores explicó que cerca del 95% del valor del material en empaques se pierde después de su primer uso, ya que los plásticos reciclados suelen aprovecharse en aplicaciones de bajo valor, lo que complica su posterior reciclaje. Además, la tasa de reciclaje del plástico es inferior a la de otros materiales como el papel, el hierro y el acero.
La solución planteada para mejorar el uso del plástico y su impacto ambiental es la transición de una economía lineal basada en el consumo y desecho a una economía circular. Esta transformación requiere optimizar el diseño y la producción, establecer mecanismos eficientes de reciclaje y reutilización, y minimizar las fugas de plásticos al entorno.
La prioridad es eliminar los plásticos innecesarios y problemáticos mediante el rediseño y la innovación. También es crucial promover modelos de reutilización para reducir la dependencia de productos de un solo uso. Se busca que todo empaque sea 100% reutilizable, reciclable o compostable, desligando su producción del consumo de recursos finitos. Asimismo, los plásticos deberán estar libres de químicos peligrosos para garantizar la salud y seguridad de los involucrados en la cadena de suministro.
Las alternativas clave para cerrar el ciclo del plástico incluyen el ecodiseño, una estrategia orientada a minimizar el impacto ambiental durante la fabricación, uso y disposición de productos. Esto abarca desde la optimización del empaque hasta la incorporación de materiales reciclados y la mejora en la reciclabilidad. Sin embargo, Laura Flores destacó que no basta con que un empaque cumpla con los criterios de diseño, ya que el funcionamiento eficiente de la infraestructura de recolección y tratamiento también es esencial.
Laura Flores subrayó que, a pesar de las restricciones en el uso del plástico, la industria sigue siendo un motor de desarrollo y un elemento clave para enfrentar los desafíos globales. Lograr una convivencia armoniosa con este material depende de toda la cadena de suministro, donde el ecodiseño será fundamental para cerrar el ciclo y asegurar un futuro más sostenible.