A pesar de esta reducción, Toyota sigue comprometida con el crecimiento de su participación en el mercado de los EVs, que en el último año representaron solo el 1% de sus ventas globales, con aproximadamente 104,000 unidades vendidas. La decisión de reducir las metas refleja un enfoque cauteloso frente a la demanda de vehículos eléctricos, que ha sido más lenta de lo esperado. Este ajuste no es exclusivo de Toyota: otros fabricantes también han revisado sus planes. Volvo, por ejemplo, ha abandonado su objetivo de convertirse en una marca completamente eléctrica para 2030 y ha declarado que continuará ofreciendo algunos modelos híbridos en su gama de productos. En Estados Unidos, Ford y General Motors han retrasado o cancelado el lanzamiento de nuevos modelos eléctricos para evitar una fuerte inversión en vehículos que los consumidores no están comprando tan rápidamente como se anticipaba.
En respuesta a la situación del mercado, el Gobierno de Japón ha anunciado una inyección económica de 2,400 millones de dólares en subvenciones para proyectos de desarrollo de baterías destinadas a los fabricantes de automóviles nacionales, entre ellos Toyota. Este apoyo financiero se destinará a 12 proyectos relacionados con la producción de baterías de almacenamiento, componentes, materiales y equipos de producción. Esta medida busca incrementar la capacidad de producción anual de baterías en Japón de 80 GWh a 120 GWh, fomentando así la competitividad y la autosuficiencia en el sector de la electromovilidad.
Toyota también ha confirmado que ha recibido la aprobación de las autoridades para avanzar en la producción de baterías de próxima generación de estado sólido para vehículos eléctricos, cuya fabricación a gran escala, hasta 9 gigavatios al año, comenzará en 2026. Estas baterías prometen mejorar la competitividad de los futuros EVs de Toyota, contribuyendo a la neutralidad de carbono en todas sus operaciones.