CDMX, 05 de junio de 2024.- La economía mexicana está
mostrando señales más claras de desaceleración, tras crecer 3.2% durante 2023.
El nearshoring podría ejercer cierta influencia a partir de 2025, cuando
veríamos un mejor desempeño de las exportaciones y de la inversión extranjera
directa. Si el fenómeno de la relocalización es implementado u operado
adecuadamente por México, seríamos el país más beneficiado del mundo.
Las expectativas son positivas, tanto para el sector
industrial como para los servicios, que también crecerían a tasas
aceptablemente altas, considerando su moderación sexenio tras sexenio. También
el sector agropecuario crecería bien.
Algunos indicadores reflejan cierta desaceleración; las
ventas al menudeo, los ingresos por servicios privados no financieros, el
consumo privado, entre otros. El empleo se está moderando de manera sistemática
y observa su tasa más baja en varios años.
A mediano plazo, hay dos variables que pueden generar
riesgos sobre nuestra economía. El primero es el déficit fiscal, que en este
año podría ascender a 5.5% del PIB, su nivel más alto desde 1988. Lo mismo
pasaría con la deuda pública, que podría elevarse de manera sistemática, como
un mecanismo para financiar el creciente déficit fiscal.
Las cuentas externas del país se muestran ordenadas. El país
cuenta con reservas internacionales históricas, no solo en términos, sino en
términos relativos. Estas reservas equivalen a más de 14% del PIB. La liquidez
de la economía está garantizada, además de que a mediano plazo veríamos un
mejor desempeño de la inversión extranjera.
MÉXICO:
ENTORNO ECONÓMICO SEXENAL. Actividad económica, finanzas públicas y sector
externo
La economía mexicana está mostrando señales más claras de
desaceleración. Tras crecer 3.2% durante 2023, su ritmo se ha moderado a 1.9%
anual en el primer trimestre de este año, su tasa más baja desde el primer
trimestre de 2021, cuando la economía salía de la crisis pandémica. Esta
desaceleración es evidente y se está dando de manera sistemática y por varios
trimestres consecutivos. La economía crecerá 2.3% en 2024 y posiblemente mejore
a 2.8% en 2025. El nearshoring podría ejercer cierta influencia a partir de
2025, cuando veríamos un mejor desempeño de las exportaciones y de la inversión
extranjera directa.
Si el fenómeno de la relocalización es implementado u
operado adecuadamente por México, seríamos el país más beneficiado del mundo.
Esto, en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, vigente
desde 2018 y que podría prolongarse en los siguientes años. En los hechos,
México ya ha sacado venta de esta condición, siendo ahora el primer proveedor
de productos hacia Estados Unidos. Así las cosas, nuestra economía podría
crecer alrededor de 3.7% promedio anual durante 2025-2030 (el nuevo sexenio),
su mejor ritmo desde la década de los setenta. Para ello, se requiere que la
inversión crezca más de 8% al año y que el financiamiento esté totalmente
disponible. A mediano plazo, las expectativas lucen positivas.
Las expectativas son positivas,
tanto para el sector industrial como para los servicios, que también crecerían
a tasas aceptablemente altas, considerando su moderación sexenio tras sexenio.
También el sector agropecuario crecería bien. Este escenario positivo para
la economía mexicana está condicionado, no solo al nearshoring, sino a varios
factores: el desempeño de Estados Unidos, nuestras exportaciones, la inversión
extranjera, la inversión local, la inflación, las tasas de interés, las
finanzas públicas, la deuda, entre otros. Es decir, es indispensable mantener
en orden los principales fundamentos de nuestra economía. Obviamente, los
riesgos están asociados a factores externos y a posibles desequilibrios
económicos locales.
Sin embargo, en la coyuntura reciente, algunos indicadores
ya reflejan una cierta desaceleración, tales como las ventas al menudeo, los
ingresos por servicios privados no financieros, el consumo privado, entre
otros. El empleo se está moderando de manera sistemática y observa su tasa más
baja en varios años, visto esto a través de los trabajadores asegurados en el
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Sin embargo, a mediano plazo
(horizonte de 2025 a 2030), estos indicadores deben mejorar.
A mediano plazo, hay dos variables
que pueden generar riesgos sobre nuestra economía. El primero es el déficit
fiscal, que en este año podría ascender a 5.5% del PIB, su nivel más alto desde
1988. Si la economía no genera nuevos ingresos fiscales, este déficit podría
elevarse con el paso de los años. Lo mismo pasaría con la deuda pública, que
podría elevarse de manera sistemática, como un mecanismo para financiar el
creciente déficit fiscal. De ahí la necesidad de concretar una reforma
fiscal que mejore los ingresos fiscales y pueda ser fuente de mayores gastos
productivos por parte del sector público, como mayores inversiones con fines de
crecimiento.
A mediano plazo, el reto fiscal de México es muy grande, más
cuando hemos sido poco efectivos en la recaudación tributaria, que hoy equivale
a 15% del PIB, una tasa muy baja comparada con otros países de la región.
Además, no se ha podido bajar significativamente la economía informal. Si las
empresas informales pasan a la formalidad (diseñar política), automáticamente
debería mejorar la recaudación tributaria, como base para mejorar las finanzas
públicas.
Inflación y mercados financieros
Igual que en Estados Unidos, la inflación de México muestra
cierta tendencia alcista, ubicándose en 4.7% anual en abril. Hay una
resistencia de la inflación, por lo que el Banco de México mantendrá su tasa de
referencia en su actual nivel de 11.00% por varios meses más. Es posible es que
reinicie su recorte hacia el cuarto trimestre de este año, dando lugar a que
pueda cerrar este año en 9.75%. El descenso de las tasas de interés locales
también está condicionado al comportamiento de la inflación local, además de
qué tanto se desacelere la economía.
A mediano plazo (2025-2030), la inflación debe mantenerse
alrededor de sus niveles históricos o de largo plazo: promedió en 4.5% anual
durante 2001-2023. Debemos ver una inflación estabilizada, así como con tasas
de interés, Esta últimas podrían mantenerse alrededor de 7.50% a mediano plazo,
que sería similar a la tasa neutral, es decir, aquella tasa que permite un
spread razonable frente a la tasa de la FED de Estados Unidos, que promediaría
alrededor de 3.50% durante 2025-2030. Es decir, en este escenario de mediano
plazo, asumimos un comportamiento razonable de la inflación y la tasa de
interés local. Además, tras la apreciación cambiaria de este sexenio, para
2025-2030 esperaríamos un deslizamiento moderado u ordenado del tipo de cambio.
Se recuperaría parte de la pérdida de competitividad cambiaria, lo que debe
compensar parcialmente las pérdidas observadas por el sector exportador.
ESTADOS
UNIDOS: ENTORNO ECONÓMICO, Actividad económica y empleo
La economía de Estados Unidos mantiene cierta solidez. El
Producto Interno Bruto (PIB) creció 2.9% anual en el primer trimestre de 2024,
sosteniendo tasas elevadas por varios trimestres consecutivos. El consumo
privado creció 2.3% anual, mientras que la inversión y las exportaciones netas
avanzaron 4.7% y 4.3%, respectivamente, además de que el gasto público lo hizo
al 3.8%. Aunque cierta moderación, esto revela la fortaleza que aún muestra esa
economía y su mercado interno, razón por la cual su crecimiento de este año
sería de 2.3%, solo ligeramente inferior al 2.5% de 2023. Este ritmo se da en
un entorno donde la inflación se ha mantenido estable y con algunas alzas,
además de que las tasas de interés se mantienen elevadas.
Sin embargo, y en línea con lo anterior, algunos indicadores de la actividad económica de ese país ya muestran ciertas señales de desaceleración o moderación. Por ejemplo, la producción industrial se ha mantenido prácticamente estancada en lo que va del año, con una caída de 0.4% anual en abril, logrando promediar alrededor de -0.2% anual en el periodo enero-abril. Este sector, que es relevante para México (compran nuestros productos), podría avanzar apenas 0.6% durante 2024, sólo ligeramente mayor que el estancamiento observado durante 2023. En este escenario, los analistas de CIAL Dun & Bradstreet estiman dos años muy malos para este sector, lo que tiene consecuencias sobre las exportaciones manufactureras del país.
Inflación y mercados financieros
El mundo entero está a la expectativa sobre el momento en que el Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos (la FED) y los demás bancos centrales empiecen a bajar sus tasas de interés. Por lo pronto, y así lo han señalado una y otra vez los principales bancos, el inicio de los recortes en tasas está condicionado a que la inflación reanude su proceso bajista y con miras a los objetivos de cada país. En la coyuntura reciente, y tras un buen descenso durante 2022 y parte de 2023, la inflación ha hecho una pausa, prolongada en algunos casos. La inflación de Estados Unidos está en 3.4% anual (abril) y lleva 10 meses sin muestras de descenso, más bien ha aumentado desde 3.0% en junio de 2023. La FED ha sido enfática, señalando que espera ver una inflación que tienda confiablemente hacia su meta de 2% a mediano plazo (subyacente). Solo hasta entonces decidirá recortar su tasa de referencia, sin dar señales si lo hará gradualmente. Esto dependerá también de qué tanto se desacelere esa economía. Cuando la FED empiece a bajar su tasa, otros países harán lo propio, con meses de diferencia. A mediano-largo plazo, las tasas de interés se moverán en función de la inflación y el PIB de cada país.
Hacia 2025, la inflación de Estados Unidos podría estar
alrededor de la meta de la FED (24% al cierre de 2025). Para que la FED baje su
tasa, la inflación no necesariamente tiene que bajar hasta 2%. Solo como
referencia: a largo plazo (2001-2023), la inflación de ese país ha promediado
2.5% anual y esperaríamos niveles similares a mediano plazo. Asimismo, durante
este periodo, la tasa de la FED promedió cerca de 2% anual, por lo que los
expertos de CIAL Dun & Bradstreet esperan que esta baje hasta 3.0% a fines
de 2025, ya cerca de su nivel natural y de largo plazo.