Cluster Industrial – Escenario sexenal 2025-2030: El panorama industrial y la apuesta por el nearshoring

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Cluster Industrial - Escenario sexenal 2025-2030: El panorama industrial y la apuesta por el nearshoring

Escenario sexenal 2025-2030: El panorama industrial y la apuesta por el nearshoring

Escrito por Cluster Industrial

Nacional 05/06/2024 09:52

Los especialistas de CIAL Dun & Bradstreet nos comparten sus proyecciones económicas e industriales para el sexenio que comienza y lo que la relocalización de operaciones industriales a México puede significar.

CDMX, 05 de junio de 2024.- La economía mexicana está mostrando señales más claras de desaceleración, tras crecer 3.2% durante 2023. El nearshoring podría ejercer cierta influencia a partir de 2025, cuando veríamos un mejor desempeño de las exportaciones y de la inversión extranjera directa. Si el fenómeno de la relocalización es implementado u operado adecuadamente por México, seríamos el país más beneficiado del mundo.

Las expectativas son positivas, tanto para el sector industrial como para los servicios, que también crecerían a tasas aceptablemente altas, considerando su moderación sexenio tras sexenio. También el sector agropecuario crecería bien.

Algunos indicadores reflejan cierta desaceleración; las ventas al menudeo, los ingresos por servicios privados no financieros, el consumo privado, entre otros. El empleo se está moderando de manera sistemática y observa su tasa más baja en varios años.

A mediano plazo, hay dos variables que pueden generar riesgos sobre nuestra economía. El primero es el déficit fiscal, que en este año podría ascender a 5.5% del PIB, su nivel más alto desde 1988. Lo mismo pasaría con la deuda pública, que podría elevarse de manera sistemática, como un mecanismo para financiar el creciente déficit fiscal.

Las cuentas externas del país se muestran ordenadas. El país cuenta con reservas internacionales históricas, no solo en términos, sino en términos relativos. Estas reservas equivalen a más de 14% del PIB. La liquidez de la economía está garantizada, además de que a mediano plazo veríamos un mejor desempeño de la inversión extranjera.

 

MÉXICO: ENTORNO ECONÓMICO SEXENAL. Actividad económica, finanzas públicas y sector externo

La economía mexicana está mostrando señales más claras de desaceleración. Tras crecer 3.2% durante 2023, su ritmo se ha moderado a 1.9% anual en el primer trimestre de este año, su tasa más baja desde el primer trimestre de 2021, cuando la economía salía de la crisis pandémica. Esta desaceleración es evidente y se está dando de manera sistemática y por varios trimestres consecutivos. La economía crecerá 2.3% en 2024 y posiblemente mejore a 2.8% en 2025. El nearshoring podría ejercer cierta influencia a partir de 2025, cuando veríamos un mejor desempeño de las exportaciones y de la inversión extranjera directa.

Si el fenómeno de la relocalización es implementado u operado adecuadamente por México, seríamos el país más beneficiado del mundo. Esto, en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, vigente desde 2018 y que podría prolongarse en los siguientes años. En los hechos, México ya ha sacado venta de esta condición, siendo ahora el primer proveedor de productos hacia Estados Unidos. Así las cosas, nuestra economía podría crecer alrededor de 3.7% promedio anual durante 2025-2030 (el nuevo sexenio), su mejor ritmo desde la década de los setenta. Para ello, se requiere que la inversión crezca más de 8% al año y que el financiamiento esté totalmente disponible. A mediano plazo, las expectativas lucen positivas.

 

Las expectativas son positivas, tanto para el sector industrial como para los servicios, que también crecerían a tasas aceptablemente altas, considerando su moderación sexenio tras sexenio. También el sector agropecuario crecería bien. Este escenario positivo para la economía mexicana está condicionado, no solo al nearshoring, sino a varios factores: el desempeño de Estados Unidos, nuestras exportaciones, la inversión extranjera, la inversión local, la inflación, las tasas de interés, las finanzas públicas, la deuda, entre otros. Es decir, es indispensable mantener en orden los principales fundamentos de nuestra economía. Obviamente, los riesgos están asociados a factores externos y a posibles desequilibrios económicos locales.

 

Sin embargo, en la coyuntura reciente, algunos indicadores ya reflejan una cierta desaceleración, tales como las ventas al menudeo, los ingresos por servicios privados no financieros, el consumo privado, entre otros. El empleo se está moderando de manera sistemática y observa su tasa más baja en varios años, visto esto a través de los trabajadores asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Sin embargo, a mediano plazo (horizonte de 2025 a 2030), estos indicadores deben mejorar.

A mediano plazo, hay dos variables que pueden generar riesgos sobre nuestra economía. El primero es el déficit fiscal, que en este año podría ascender a 5.5% del PIB, su nivel más alto desde 1988. Si la economía no genera nuevos ingresos fiscales, este déficit podría elevarse con el paso de los años. Lo mismo pasaría con la deuda pública, que podría elevarse de manera sistemática, como un mecanismo para financiar el creciente déficit fiscal. De ahí la necesidad de concretar una reforma fiscal que mejore los ingresos fiscales y pueda ser fuente de mayores gastos productivos por parte del sector público, como mayores inversiones con fines de crecimiento.

A mediano plazo, el reto fiscal de México es muy grande, más cuando hemos sido poco efectivos en la recaudación tributaria, que hoy equivale a 15% del PIB, una tasa muy baja comparada con otros países de la región. Además, no se ha podido bajar significativamente la economía informal. Si las empresas informales pasan a la formalidad (diseñar política), automáticamente debería mejorar la recaudación tributaria, como base para mejorar las finanzas públicas.

 

Por años, las cuentas externas del país se muestran ordenadas. Tras la crisis de 1995, en especial, el déficit de la cuenta corriente se ha mantenido en completo orden (0.5% del PIB para 2024, estimado), muy distante del -5.6% reportado en 1994, justo antes de la crisis. Hoy, este desequilibrio no representa un factor de riesgo para la economía, como tampoco lo sería a mediano plazo (2025-2030). El país cuenta con reservas internacionales históricas, no solo en términos nominales (226 mil millones de dólares para este año), sino en términos relativos. Estas reservas equivalen a más de 14% del PIB. La liquidez de la economía está garantizada, además de que a mediano plazo veríamos un mejor desempeño de la inversión extranjera.

 

Inflación y mercados financieros

Igual que en Estados Unidos, la inflación de México muestra cierta tendencia alcista, ubicándose en 4.7% anual en abril. Hay una resistencia de la inflación, por lo que el Banco de México mantendrá su tasa de referencia en su actual nivel de 11.00% por varios meses más. Es posible es que reinicie su recorte hacia el cuarto trimestre de este año, dando lugar a que pueda cerrar este año en 9.75%. El descenso de las tasas de interés locales también está condicionado al comportamiento de la inflación local, además de qué tanto se desacelere la economía.

A mediano plazo (2025-2030), la inflación debe mantenerse alrededor de sus niveles históricos o de largo plazo: promedió en 4.5% anual durante 2001-2023. Debemos ver una inflación estabilizada, así como con tasas de interés, Esta últimas podrían mantenerse alrededor de 7.50% a mediano plazo, que sería similar a la tasa neutral, es decir, aquella tasa que permite un spread razonable frente a la tasa de la FED de Estados Unidos, que promediaría alrededor de 3.50% durante 2025-2030. Es decir, en este escenario de mediano plazo, asumimos un comportamiento razonable de la inflación y la tasa de interés local. Además, tras la apreciación cambiaria de este sexenio, para 2025-2030 esperaríamos un deslizamiento moderado u ordenado del tipo de cambio. Se recuperaría parte de la pérdida de competitividad cambiaria, lo que debe compensar parcialmente las pérdidas observadas por el sector exportador.

 

 

ESTADOS UNIDOS: ENTORNO ECONÓMICO, Actividad económica y empleo

La economía de Estados Unidos mantiene cierta solidez. El Producto Interno Bruto (PIB) creció 2.9% anual en el primer trimestre de 2024, sosteniendo tasas elevadas por varios trimestres consecutivos. El consumo privado creció 2.3% anual, mientras que la inversión y las exportaciones netas avanzaron 4.7% y 4.3%, respectivamente, además de que el gasto público lo hizo al 3.8%. Aunque cierta moderación, esto revela la fortaleza que aún muestra esa economía y su mercado interno, razón por la cual su crecimiento de este año sería de 2.3%, solo ligeramente inferior al 2.5% de 2023. Este ritmo se da en un entorno donde la inflación se ha mantenido estable y con algunas alzas, además de que las tasas de interés se mantienen elevadas.

 

Sin embargo, y en línea con lo anterior, algunos indicadores de la actividad económica de ese país ya muestran ciertas señales de desaceleración o moderación. Por ejemplo, la producción industrial se ha mantenido prácticamente estancada en lo que va del año, con una caída de 0.4% anual en abril, logrando promediar alrededor de -0.2% anual en el periodo enero-abril. Este sector, que es relevante para México (compran nuestros productos), podría avanzar apenas 0.6% durante 2024, sólo ligeramente mayor que el estancamiento observado durante 2023. En este escenario, los analistas de CIAL Dun & Bradstreet estiman dos años muy malos para este sector, lo que tiene consecuencias sobre las exportaciones manufactureras del país.

Por su parte, la venta de vehículos ha crecido solo 2.0% anual durante enero-abril, su tasa más baja desde 2022. Complementariamente, las ventas al menudeo están moderando su ritmo con relación a los trimestres previos. Asimismo, el empleo se ha elevado ligeramente, hasta 4.0% en abril, lo que podría estar marcando los efectos iniciales de la moderación económica que se prevé para el resto del año. Complementariamente, la generación de empleos no agrícolas observa caídas importantes por varios trimestres consecutivos.

Inflación y mercados financieros

El mundo entero está a la expectativa sobre el momento en que el Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos (la FED) y los demás bancos centrales empiecen a bajar sus tasas de interés. Por lo pronto, y así lo han señalado una y otra vez los principales bancos, el inicio de los recortes en tasas está condicionado a que la inflación reanude su proceso bajista y con miras a los objetivos de cada país. En la coyuntura reciente, y tras un buen descenso durante 2022 y parte de 2023, la inflación ha hecho una pausa, prolongada en algunos casos. La inflación de Estados Unidos está en 3.4% anual (abril) y lleva 10 meses sin muestras de descenso, más bien ha aumentado desde 3.0% en junio de 2023. La FED ha sido enfática, señalando que espera ver una inflación que tienda confiablemente hacia su meta de 2% a mediano plazo (subyacente). Solo hasta entonces decidirá recortar su tasa de referencia, sin dar señales si lo hará gradualmente. Esto dependerá también de qué tanto se desacelere esa economía. Cuando la FED empiece a bajar su tasa, otros países harán lo propio, con meses de diferencia. A mediano-largo plazo, las tasas de interés se moverán en función de la inflación y el PIB de cada país.

Hacia 2025, la inflación de Estados Unidos podría estar alrededor de la meta de la FED (24% al cierre de 2025). Para que la FED baje su tasa, la inflación no necesariamente tiene que bajar hasta 2%. Solo como referencia: a largo plazo (2001-2023), la inflación de ese país ha promediado 2.5% anual y esperaríamos niveles similares a mediano plazo. Asimismo, durante este periodo, la tasa de la FED promedió cerca de 2% anual, por lo que los expertos de CIAL Dun & Bradstreet esperan que esta baje hasta 3.0% a fines de 2025, ya cerca de su nivel natural y de largo plazo.

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