El gobierno de Estados Unidos acaba de anunciar que impondrá un 100% de arancel a la importación de autos eléctricos que vengan de China. Lo que están diciendo, por supuesto, es: prohibida la importación de autos de China, pero eso sonaría demasiado rudo. En todo caso, es una dimensión de arancel que no se veía desde la mitad del siglo pasado. En México, en los años 60 importar un auto costaba eso. La intención era incentivar la creación de una industria automotriz mexicana, una política que fue exitosa en su momento, y desembocó, igualmente con éxito, en los tratados de libre comercio a partir de los 90.
Ahora, difícilmente la industria automotriz en Estados Unidos actual se compara con la mexicana en los años 60. Y además: hasta ahora con un arancel de 25% impuesto en su momento por Donald Trump, la importación de autos de marcas chinas a Estados Unidos es prácticamente inexistente. Lo que si hay, es importación por parte de empresas americanas que aprovechan una regla que permite a las exportadoras importar un cierto volumen de donde sea sin pagar arancel. Es el caso de un modelo de Lincoln, uno de Buick, y tres de Volvo/Polestar. Esta última marca, por cierto, es la única empresa automotriz de capital chino que produce en Estados Unidos.
Entonces cabe la pregunta: ¿por qué imponerle un arancel tan alto a un producto que actualmente ni siquiera se importa? ¿De verdad tendrán tanto miedo las marcas americanas (que hoy venden pocos autos eléctricos) de una potencial competencia china? Asumiendo que hay cierta razón en el argumento de que el gobierno chino subvenciona a sus empresas, ¿el impacto de esta subvención podrá ser mayor al 25% que actualmente se grava?
Uno de los argumentos es que China tiene un gran excedente de capacidad que está tratando de colocar en otros países del mundo al precio que sea. Es cierto que China se convirtió en el mayor exportador de autos en 2023, lo cual es congruente con el hecho que es el mayor productor de autos en el mundo. Un 20% de sus exportaciones van a Rusia (por razones obvias), y otro 10% a México (la mitad de esto importado por GM). El resto se va a muchos mercados emergentes del mundo, y a Europa.
En Europa, los vehículos importados se gravan con un 10% de arancel, y los autos chinos han conquistado un 4% del mercado total, incluyendo un 20% del mercado de eléctricos (de los cuales muchos son Tesla hechos en China). También los europeos están preocupados por eso, y hablan de incrementar el arancel. Aquí no todos están de acuerdo, BMW y Mercedes han dicho que prefieren exponerse a la competencia y no restringir el comercio, que para ellos, claramente, va en ambas direcciones.
Al final, concluimos que lo que actualmente está pasando en Estados Unidos es más bien un teatro electoral, porque el 100% lo inventó Trump, y Biden ahora se lo apropia. Ya veremos si los electores le dan importancia a una medida que ni les afecta y tampoco les beneficia. Es un hecho que los aranceles que impuso Trump en su momento no han generado grandes inversiones en Estados Unidos.
El beneficiario podría ser México, que ya está viendo cada vez mas inversión en autos eléctricos. Y estando en duda la planta de Tesla, vendría bien un la planta de una marca china. Si esta cumple en algún momento con el T-MEC y con el IRA, también genera empleos en Estados Unidos. ¿Quién se podría oponer a eso?