La última reunión entre funcionarios mexicanos y representantes de un fabricante de automóviles chino, BYD, tuvo lugar en enero de este año, donde los funcionarios dejaron claro que no se ofrecerían estímulos como en el pasado. Esto marca un cambio significativo en la política mexicana hacia los fabricantes chinos, quienes representan un tercio de la oferta total de marcas en el país.
El enfoque de Estados Unidos en este tema se ha visto reflejado en acciones legislativas y declaraciones de funcionarios. La propuesta del senador Marco Rubio para aumentar los aranceles sobre las importaciones de vehículos chinos y las declaraciones de la jefa del USTR, Katherine Tai, resaltan la determinación de Estados Unidos en proteger su mercado automotriz de la competencia china subsidiada.
México se encuentra en una posición delicada, siendo la segunda economía más grande de Latinoamérica y atrapada entre las disputas comerciales de las dos mayores potencias económicas del mundo. Con la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) programada para 2026, las autoridades mexicanas temen que la oposición estadounidense a la inversión china pueda influir en la renegociación del acuerdo comercial.
Aunque los fabricantes de automóviles chinos, como BYD, siguen buscando oportunidades en México, la negativa del gobierno a ofrecer incentivos federales podría llevar a una mayor dependencia de los estímulos proporcionados por los gobiernos estatales, que son menos beneficiosos.
Con información de Reuters.