Para las compañías, es crucial promover la diversidad, equidad e inclusión (DEI) como parte de sus prioridades en el ámbito social. Un primer paso para lograrlo es definir políticas internas que promuevan ambientes de trabajo más equitativos, para posteriormente vigilar su correcta aplicación. Iniciativas de este tipo pueden verse reflejadas, por ejemplo, en remuneraciones igualitarias para el personal, sin importar género, etnia, orientación sexual, creencias religiosas o si se trata de personas con alguna discapacidad.
Asimismo, dicha definición hace posible identificar las brechas y carencias que presenta una empresa en la materia, así como definir estrategias que permitan subsanarlas, fundamentándolas en directrices sólidas y objetivos específicos para medir el avance de las iniciativas y proyectos. Cabe mencionar que también será necesario considerar que los objetivos de este tipo de planteamientos se proyectan a mediano y largo plazo, y que la inversión de tiempo, recursos y esfuerzos será significativa.
Por otro lado, en relación con temas ambientales, las organizaciones deben asumir el compromiso de reducir su huella de carbono, reto que implica grandes inversiones y un retorno lento. Los recursos que se le asignen deben incluir una evaluación del modelo de negocio actual, así como planes y estrategias para su redefinición, en caso de ser necesario. Al respecto, el estudio KPMG 2023 CEO Outlook señala que el impacto principal por no satisfacer expectativas externas en cuanto a temas ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) es tener que cubrir costos más altos o encontrar mayor dificultad para el financiamiento (25% a nivel global, 22% México).
Así, un primer paso puede ser trazar la ruta hacia 2030 y 2050, asignar presupuestos y responsabilidades, y evaluar de manera permanente los avances contra las metas definidas. Esto permitirá a los negocios captar atención social, fortalecer su marca y reputación, así como participar con aportaciones de capital que solo se asignan a quienes demuestran una preocupación real por mejorar las condiciones en materia ASG.
El anterior es, en definitiva, uno de los mayores retos para las compañías, las cuales, ante el gran escepticismo de los distintos grupos de interés se ven en la necesidad de comunicar de manera más efectiva sus compromisos y avances. En este sentido, KPMG 2022 CEO Outlook mostraba hace un año que 38% de las empresas a nivel mundial (34% México) ya batallaban por articular una historia ASG convincente, probablemente porque la gestión de reportes de sustentabilidad o transparencia bajo múltiples estándares se realizaba sin una directriz definida.
Como consecuencia, lograr un consenso social sobre aquello que podría considerarse más urgente de atender puede ser complicado para las partes relacionadas, tales como organismos reguladores, asociaciones civiles y gobiernos.
La transición energética, por ejemplo, plantea enormes desafíos sociales, ya que actualmente todas las cadenas de valor están basadas en combustibles fósiles y de ellas dependen sistemas completos, y, más importante aún, la estabilidad económica de millones de personas.
Tres de cada diez corporaciones globales (30%, 8% México) consideran que la barrera más difícil para alcanzar un cero neto de emisiones o metas similares es precisamente la complejidad de descarbonizar las cadenas de valor. A esto se suman la carencia de soluciones tecnológicas apropiadas (18% global, 32% México) y la falta de habilidades o experiencia para implementar soluciones (23% global, 34% México).
Finalmente, hay que considerar que los temas ASG en los cuales cada organización decida enfocarse dependerán de las características propias de su negocio y de la industria a la que pertenezca.