Ciudad de México, 27 de septiembre de 2023.- México se encuentra ante un desafío que podría definir su posición en la lucha global contra el cambio climático. A pesar de haber suscrito acuerdos internacionales para reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero en la industria aeronáutica, el país enfrenta obstáculos significativos en la producción de combustible sostenible para la aviación (SAF, por sus siglas en inglés).
Esta problemática ha llamado la atención de expertos y autoridades, quienes argumentan que es imperativo implementar una política pública que promueva la transferencia de tecnología, investigación y desarrollo tecnológico en esta área.
Javier Villazón Salem, director general de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), destacó la necesidad de actuar pronto. En la región latinoamericana, Brasil lidera ligeramente en la producción de SAF, pero México posee el potencial para superar a su vecino si se toman las medidas adecuadas. Villazón Salem resaltó que se requieren incentivos y acceso a financiamiento para la producción sostenible de materias primas, involucrando a pequeños empresarios e implementando programas sociales de apoyo a productores y campesinos.
Un marco legal sólido que brinde certeza a las inversiones en biorefinerías y la creación de instrumentos económicos y financieros son también esenciales para cerrar la brecha de precios entre el SAF y la turbosina, un aspecto clave en la transición hacia combustibles más amigables con el medio ambiente.
Según el director de ASA, actualmente, en la cadena de valor para producir SAF en México, solo se cumplen tres de los cinco pasos necesarios. Los dos primeros, que abarcan insumos o materia prima y la producción y refinación del SAF puro, representan los mayores desafíos.
Sin embargo, México no está completamente rezagado en esta transición. El país ha logrado cumplir con los pasos que incluyen la mezcla del SAF con la turbosina, el almacenamiento y el suministro de este a las aeronaves. Villazón Salem destacó que ASA cuenta con la tecnología necesaria para combinar el combustible sostenible con la turbosina y las instalaciones de almacenamiento adecuadas.
El futuro del SAF en México es prometedor, pero se requiere un impulso significativo para cumplir con los compromisos ambientales internacionales. Según estimaciones de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), para el año 2050, se deben producir anualmente 449 mil millones de litros de SAF, una cifra impresionante en comparación con los actuales 23 mil millones producidos globalmente en 2023, de los cuales México no contribuye con ningún litro.
Para el año 2030, México se ha comprometido a producir el equivalente al 5% de SAF, lo que representa unos 340 millones de litros al año. Además, en 2027, las aerolíneas que operen vuelos internacionales deberán demostrar que están utilizando biocombustibles.
Un aspecto clave a considerar es que, actualmente, no existen motores que puedan funcionar exclusivamente con combustible SAF, lo que implica que este debe mezclarse en un 50% con turbosina. Aunque México importa SAF de Estados Unidos, a pesar de su precio tres veces más alto que la turbosina tradicional, se espera que con los avances tecnológicos, el costo se reduzca y se vuelva más accesible.
México se encuentra en un punto crucial en su lucha contra el cambio climático en la industria de la aviación. Para cumplir con los compromisos internacionales y liderar en la producción de SAF en América Latina, es necesario que el gobierno implemente políticas públicas efectivas que promuevan la investigación, el desarrollo tecnológico y la producción sustentable de combustibles sostenibles. De esta manera, México no solo contribuirá a la reducción de emisiones, sino que también podría convertirse en un líder regional en la transición hacia una aviación más ecológica.
Esta problemática ha llamado la atención de expertos y autoridades, quienes argumentan que es imperativo implementar una política pública que promueva la transferencia de tecnología, investigación y desarrollo tecnológico en esta área.
Javier Villazón Salem, director general de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), destacó la necesidad de actuar pronto. En la región latinoamericana, Brasil lidera ligeramente en la producción de SAF, pero México posee el potencial para superar a su vecino si se toman las medidas adecuadas. Villazón Salem resaltó que se requieren incentivos y acceso a financiamiento para la producción sostenible de materias primas, involucrando a pequeños empresarios e implementando programas sociales de apoyo a productores y campesinos.
Un marco legal sólido que brinde certeza a las inversiones en biorefinerías y la creación de instrumentos económicos y financieros son también esenciales para cerrar la brecha de precios entre el SAF y la turbosina, un aspecto clave en la transición hacia combustibles más amigables con el medio ambiente.
Según el director de ASA, actualmente, en la cadena de valor para producir SAF en México, solo se cumplen tres de los cinco pasos necesarios. Los dos primeros, que abarcan insumos o materia prima y la producción y refinación del SAF puro, representan los mayores desafíos.
Sin embargo, México no está completamente rezagado en esta transición. El país ha logrado cumplir con los pasos que incluyen la mezcla del SAF con la turbosina, el almacenamiento y el suministro de este a las aeronaves. Villazón Salem destacó que ASA cuenta con la tecnología necesaria para combinar el combustible sostenible con la turbosina y las instalaciones de almacenamiento adecuadas.
El futuro del SAF en México es prometedor, pero se requiere un impulso significativo para cumplir con los compromisos ambientales internacionales. Según estimaciones de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), para el año 2050, se deben producir anualmente 449 mil millones de litros de SAF, una cifra impresionante en comparación con los actuales 23 mil millones producidos globalmente en 2023, de los cuales México no contribuye con ningún litro.
Para el año 2030, México se ha comprometido a producir el equivalente al 5% de SAF, lo que representa unos 340 millones de litros al año. Además, en 2027, las aerolíneas que operen vuelos internacionales deberán demostrar que están utilizando biocombustibles.
Un aspecto clave a considerar es que, actualmente, no existen motores que puedan funcionar exclusivamente con combustible SAF, lo que implica que este debe mezclarse en un 50% con turbosina. Aunque México importa SAF de Estados Unidos, a pesar de su precio tres veces más alto que la turbosina tradicional, se espera que con los avances tecnológicos, el costo se reduzca y se vuelva más accesible.
México se encuentra en un punto crucial en su lucha contra el cambio climático en la industria de la aviación. Para cumplir con los compromisos internacionales y liderar en la producción de SAF en América Latina, es necesario que el gobierno implemente políticas públicas efectivas que promuevan la investigación, el desarrollo tecnológico y la producción sustentable de combustibles sostenibles. De esta manera, México no solo contribuirá a la reducción de emisiones, sino que también podría convertirse en un líder regional en la transición hacia una aviación más ecológica.
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