Este fenómeno se debe a diversos aspectos: el primero, la posición geográfica del país y las facilidades para llevar mercancías hacia Estados Unidos gracias al T-MEC. Además, acontecimientos como las tensiones comerciales entre la Unión Americana y China, así como el conflicto entre Ucrania y Rusia, impulsaron este movimiento.
Los resultados de esto ya se han comenzado a sentir. En este sentido, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que México puede sumar hasta USD $35,300 millones al año gracias al nearshoring. Además, el Banco de México destaca que el 16% de las empresas de 100 o más empleados del país ya incrementaron su nivel de demanda por la misma razón.
Un ejemplo de ese tipo de migración es la recién anunciada gigafábrica de Tesla, que se construirá en Nuevo León. Al respecto, Morgan Stanley señala en un reporte que dicha planta es el primer paso de la “segunda ola” de nearshoring que estará comandada por empresas del sector automotriz, que representan el 30% de todas las exportaciones nacionales.
Fábricas Inteligentes: el impulso que genera el nearshoring
Las megafábricas que están migrando al país llegan con procesos basados en tecnología de vanguardia que incrementan la necesidad de contar con software especializado.
Desde la perspectiva de Technology Evaluation Centers, las manufactureras locales requieren evolucionar sus procesos y convertirse en “fábricas inteligentes” para allanar el terreno y sumarse a la transformación digital.
“Debemos entender las fábricas inteligentes como aquellas plantas productivas que cuentan con diversos sistemas o tecnologías digitales que interactúan entre sí en los procesos de manufactura, o de manera externa con sistemas de terceros”, explica Jorge García, analista principal de BI y gestión de datos en Technology Evaluation Centers.
“Es decir, son fábricas en cuyos procesos interactúan la maquinaria, el software empresarial y los colaboradores para generar total transparencia en todos los puntos de la operación”, añade el especialista.
Ese tipo de operaciones inteligentes generan datos que se analizan para predecir anomalías, saber en qué momentos se requiere mantenimiento de la maquinaria, e incluso para recolectar información sobre el uso que los clientes dan al producto una vez vendido y saber qué mejoras se pueden hacer a esa mercancía.
Por ejemplo, uno de los aspectos en los que se nota el proceso “inteligente” de una fábrica es en la capacidad de monitorear el nivel de desperdicio de insumos dentro de la producción. Con base en los datos generados, un software ayuda a los operadores a analizar y corregir el proceso para que se reduzca la merma, creando considerables ahorros.
Otro proceso que se ha vuelto eficiente con el software especializado es el monitoreo del almacén. Datos precisos sobre los materiales y productos en existencia permiten reducir considerablemente el número de productos defectuosos y detectar aquellos patrones que generan esos defectos, permitiendo tomar acción para repararlos.
Las empresas requieren gestionar todos esos procesos desde un ERP, que es un software empresarial que permite la gestión y planificación de recursos de manera eficiente. La adquisición de este tipo de software no puede hacerse a la ligera y, por el contrario, requiere de una evaluación previa apoyada por una compañía especializada e imparcial que presente las características y funcionalidades de las soluciones ofrecidas por diversos fabricantes y ayude a elegir la que mejor se adapte a las necesidades de la empresa.
El hecho de que cada vez más empresas implementen este tipo de software permitirá incrementar el número de fábricas inteligentes en el país, generando más oportunidades de crecimiento y transformación para todas las empresas, incluso aquellas de menor tamaño que también aportan a la producción nacional.
En conclusión, la transformación digital y la implementación de tecnología para la creación de fábricas inteligentes es una realidad en México que se ve impulsada por la llegada de más compañías internacionales a diversas zonas del país. Sumarse a esa ola es clave para mantener la competitividad y generar un crecimiento del sector manufacturero, apalancado por la digitalización.