Monterrey,
Nuevo León, 01 de agosto del 2022.-
Por Rafael R. Páez, Dirección Gesta Labs / VAISOR
Mail: rafael@gestalabs.com
En los últimos 10 años hemos estado
presenciando las mayores campañas en la historia para detener el enorme
problema que significa el calentamiento global. La mayor amenaza, quizá, para
la humanidad. Y hemos sido testigos de avances importantes en la materia, pero
la discusión no debe terminar aquí.
Desde nuestra
trinchera –a los que estamos involucrados directamente con lo que sucede en los
procesos de fabricación– nos toca hacer un ejercicio de honestidad: no podemos
hablar de un mundo y un futuro mejor sin que la manufactura asuma su
responsabilidad sobre lo que ha dejado de hacer.
En Estados
Unidos, la fabricación representa casi una cuarta parte (23%) de las emisiones
directas de carbono, según datos de la Agencia de Protección Ambiental que
publica el Foro Económico Mundial (WEF).
Si tu empresa
tiene una fábrica, te invito a que reflexiones si estás siendo responsable con
tu entorno y con el futuro de nuestro planeta y si hay algo más que puedes
hacer, por más pequeño que parezca.
Definitivamente,
no es tu culpa. ¿Cómo puedes saberlo? La educación en todo lo que rodea al
calentamiento global tampoco ha sido la más convincente. A los fabricantes solo
suelen decirles que lo que hacen regularmente se puede hacer mejor. Pero no les
dicen por qué ni cómo hacerlo con casos de uso prácticos.
Simplemente se
trata de entender que cualquier mejora que hagamos en la forma en que
producimos y distribuimos los productos que hacemos, tendrá un impacto hacia el
futuro. Eso nos afecta a todos.
Para
enseñarnos a hacer las cosas de la forma correcta, desde hace unos años hemos
escuchado sobre un concepto llamado Economía Circular, el cual plantea un
modelo de producción y consumo que pretende dejar atrás el actual modelo lineal
de “producir, usar y desechar”.
La economía
circular implica pensar en cómo los productos que fabricamos pueden
compartirse, reutilizarse, repararse y reciclarse, a fin de producir menos
desechos improductivos. El objetivo es extender su vida útil y dejar de usar
recursos para producir otros nuevos.
Es un concepto
ideal, aunque complejo, pues implica rediseñar los productos que fabricamos y
los procesos a lo largo de toda la cadena de valor.
Cierto, la
economía circular suena muy bien en su visión. Ciertamente, es una gran idea.
Aunque también resulta compleja y costosa de ejecutar. Quizá es más sencillo
para quienes tienen el presupuesto y pueden darse el lujo de rediseñar sus
productos con todo lo que puede llegar a implicar.
Pero quienes
no tienen esta flexibilidad, no deberían sentirse decepcionados. Aún pueden
tomar acción desde su trinchera. Buscar el lado sostenible de nuestras
operaciones también implica usar de forma más eficiente y responsable los
recursos que tenemos a nuestra disposición. Energía, agua, tiempo.
Las
actividades de fabricación tienen en la digitalización y las tecnologías
emergentes la oportunidad ideal de ser más eficientes, eliminando desperdicios,
costos y usando los recursos de una forma más ecuánime.
No olvidemos
que, en las metas de desarrollo sostenible de la ONU, la fabricación es uno de
los sectores con mayores áreas de oportunidad. Y esto no será posible si no la
transformamos en una manufactura inteligente con el uso de la tecnología y un
cambio de mentalidad.