El
miércoles 4 de noviembre, Raquel Hernández, líder estratégico de Mercer México,
ofreció una conferencia online donde abarcó dos formas de trabajar: masculino y femenino. Estos no tienen que ver con el género, sino con
la manera en que se administran empresas, se trata a los colaboradores y se
concretan negocios.
Raquel
explicó que las sociedades matriarcales generaban
comunidad y buscaban una protección más que una dominación del otro, de esa
forma el vínculo era clave para realizar las labores cotidianas, pero con el
patriarcado, las civilizaciones pasaron a buscar jerarquías y conquistas, lo
que implicó que solo había dos respuestas ganar o perder, pero no existía la posibilidad ganar-ganar, tan necesaria
hoy en día en la industria automotriz.
A
partir de este hecho, la cultura laboral buscó la glorificación de la razón, la
comparación con el otro y posturas de autoritarismo donde los líderes eran elegidos no por sus cualidades sino por como ejercían
el poder económico o social sobre otros, generando mayores brechas entre jefes
y trabajadores. Es decir, nos encontrábamos en un sistema que no buscaba un
bien común o un objetivo empresarial sino la servidumbre para un líder. Ahora,
con un 2020 tan retador, nos hemos dado
cuenta que la empatía y el compañerismo son claves para superar la adversidad
en la industria.
Raquel
citó a Debora Tanen, profesora lingüista de la Universidad de Georgetown, para
explicar que las palabras influyen en nuestra relación laboral y que los
líderes deben de saber hablar y escuchar. Explicó que hay palabras que promuevan el orden jerárquico, quien está arriba y
quien está abajo, no hacen más que incomodar al colaborador y promover la
partida de este. Mientras que lo femenino
establece conversaciones y vínculos que generan una red donde las negociaciones
sirven para entablar relaciones a futuro. Es decir, quiero darte un
mensaje, pero escucho cómo estás en el momento.
Pero
no es que lo masculino sea malo y lo femenino bueno, es la forma en la que se
educa a un género buscando la victoria o la aceptación. Y tampoco es que la victoria esté mal, afirmó Raquel, solo que
priorizarla sobre el bien común y gestionar empresas que vean a sus
colaboradores como herramientas más que como personas, lastimará a todos
eventualmente. Por ello, líderes hombres y mujeres pueden aproximarse a una
forma de hacer negocios más femenina para sumar el ganar-ganar a sus empresas.
¿Pero esto en qué ayuda a la
inclusión? Oyendo las ideas de todos y aceptando la diversidad.
Raquel hizo mucho énfasis en escuchar al otro, no solo pedirle sino entender
cómo se siente, qué busca, cuáles son sus metas y ver cómo las peticiones del líder lo impulsan a cumplir los objetivos
del colaborador, por lo que preguntó frente a la cámara, cuándo fue la
última vez que le preguntaste a un colaborar: ¿Qué metas tienes? ¿A qué retos puedes enfrentarte? ¿Estamos
construyendo un espacio seguro? ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste
cómodo siendo vulnerable, o compartiendo una opinión?
'No es conseguir poder sobre los
demás sino con los demás aprender a lidiar con los problemas del mundo'.
Mencionó las características de un líder
inclusivo: adaptable, abierto para generar soluciones,
curiosidad, disfrutar las diferencias de sus empleados, capaz de generar
compromiso, pero eso solo se logra cuando invitas a compartir ideas, cuando
escuchas de forma genuina.
¿Cuál es el resultado de una cultura
inclusiva? Hay menos juicio, mayor capacidad de mirar a los
otros para ser diversos, más participación y valores compartidos hacía el
éxito.
'No le pidas a la gente que te
entienda, tú facilita el entendimiento entre todas las personas'.
Dijo Raquel mientras explicaba que eso era fundamental para aumentar la
calidad, satisfacción y el progreso de la empresa.
Dijo
que aprender con empatía no es hacer suposiciones, sino entender los puntos de
vista. Y que personas prosperas son
empresas prosperas que generan sociedad prosperas. Invitó a los
participantes a cambiar su forma de hacer negocios y aprovechar el momento que se está viviendo para readaptarse porque cuidar
a los colaboradores, escucharlos y entenderlos promueve una diversidad que deja
huella en las empresas.