Hoy sabemos que la
pandemia está lejos de acabar, pero es un hecho que este primer trimestre de
confinamiento nos ha cambiado enormemente. 'Lo que está por verse es en qué
direcciones se encauzarán los cambios', sostuvo Mauricio Reynoso, director general de AMEDIRH.
Entre el 1 de enero
-cuando la OMS creó un equipo para atender el brote de un nuevo coronavirus en
China- y el 23 de marzo, cuando inició la Jornada Nacional de Sana Distancia en
México, la emergencia sanitaria fue vista en general como un problema demasiado
remoto como para afectarnos. Hoy sabemos que en un mundo globalizado las
distancias son relativas y que así se trate de un virus informático o de uno
que ataque nuestros sistemas circulatorios y respiratorios, el lugar de origen
es lo de menos: de no tomarse medidas oportunas, pronto estará en cualquier lugar
del planeta.
El largo cierre de
empresas no esenciales ha tenido profundas consecuencias económicas y de
índole personal. En el primer sentido, miles de emprendedores han visto
arruinada su inversión y, al cerrarse negocios, millones de personas han perdido
empleos que no volverán ni siquiera cuando se logre controlar la pandemia. Por
otra parte, al reducirse los canales de consumo convencionales, algunas
personas han comenzado a adquirir nuevos hábitos. La consultora Nielsen ha
identificado 6 etapas del comportamiento del consumidor que se relacionan
directamente con el COVID-19:
1. Compras proactivas para la salud.
2. Gestión reactiva de la salud.
3. Preparación de la despensa.
4. Preparación para la vida en cuarentena.
5. Vida restringida.
6. Vivir una nueva normalidad.
Así, por ejemplo, los
productos que han tenido un mayor dinamismo de valor son atún enlatado,
aromatizantes, limpiadores líquidos, frijoles procesados y no procesados,
puré/caldo de tomate y cubrebocas.
Una de las tendencias
más marcadas en los ámbitos laboral, escolar y de entretenimiento es el uso de
las opciones en línea. Millones de personas fueron enviadas a trabajar desde su
casa y los últimos meses han sido una intensa jornada de aprendizaje de nuevas
herramientas. 'Sin embargo, esta alternativa es tan eficiente como la calidad
de la red y lo cierto es que muchas zonas adolecen de graves problemas de
conectividad, cuando no carecen por completo de ella', apuntó Mauricio Reynoso.
El experimento de
trabajo remoto (home office) ha despertado en empleadores y colaboradores la
inquietud de convertirlo en una opción permanente. 'Esto traerá repercusiones
como mejores tecnologías de apoyo, rediseño de los espacios domésticos, nuevas
dinámicas familiares y una drástica caída en la demanda de oficinas, con la
consecuente crisis en el sector de bienes raíces', señala el directivo de
AMEDIRH.
El confinamiento también
ha acelerado el cambio tecnológico hacia el e-commerce, creando un auge de
compras en línea. Mercado Libre ya ha triplicado sus transacciones respecto al
año anterior y se pronostica que el comercio electrónico tendrá un crecimiento
de 60 % en México este año.
Por otra parte, la
pandemia ha traído consigo una combinación de miedo y confusión. Desde enero,
cuando comenzó a hablarse del nuevo patógeno, la información sobre su gravedad,
difusión y síntomas se ha ido actualizando de manera lenta e inconsistente.
'En los meses
siguientes, lo que sabemos sobre la pandemia no siempre ha emanado de centros
de investigación o agencias oficiales de salud, por lo que abundan rumores y la
desconfianza, problemas muy difíciles de resolver', acotó Mauricio Reynoso.
También hay que decir
que, durante los primeros meses de esta crisis global, ha quedado en evidencia
que las personas que desempeñan los trabajos indispensables –como la atención a
la salud y el bienestar social– no disfrutan de las mejores condiciones
laborales. Ante discrepancias como estas, algunas personas aseguran que han
revalorado a sus familias y sus amigos frente a empleos demasiado abrumadores o
demandantes.
En un artículo titulado The Anti-Wartime Economy, el economista James Meadway advierte que, a
diferencia de la producción masiva con la que se reactivaron los países tras
las guerras mundiales, la actual crisis sanitaria exige reducir la producción.
'Se trata, sin duda, de
una propuesta muy provocadora que contrasta con la intuición de la mayoría de
las empresas, pero conviene considerarla dado que, como lo señala el autor, no
atravesamos por una mera crisis financiera, sino una profunda disrupción de los
componentes esenciales de la vida económica y social', concluyó el Director
General de AMEDIRH.